domingo, 8 de agosto de 2010

CRÓNICA NEGRA DE PUCELA (Índice)

CRÓNICA NEGRA DE PUCELA
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Breves relatos como cuadros costumbristas de la ciudad de Valladolid y sus habitantes
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INDICE:
A manera de prólogo
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A raca
¡Perdona!
El 90%
El euro
Mariano Medina
Monchines
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A MANERA DE PRÓLOGO

Cuando llegué a Valladolid, mi mente estaba abierta a todas las nuevs expectativas que se me presentasen..., sin prejuicios, intolerancia o animadversión alguna hacia nada ni hacia nadie.

Pero eso cambiaría.

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A RACA

Estar “a raca”, ir “a raca”. Esta curiosa locución adverbial, escuchada en muchas ocasiones por Valladolid, informa de la confabulación entre dos personas, que se supone juegan individualmente, en juegos de naipes con envite monetario, como el póquer o el julepe.

-Esos dos van a raca -le dice un espectador a otro.

-¿Qué...?

-Que están conchavados.

-Ah.

Es una jugada sucia, trampa; los implicados son unos fulleros.

Esta táctica, entre parejas de novios o matrimonios, es muy habitual. Así, cuando uno se acerca a una mesa de juego en un bar cualquiera, conociendo, claro, a las personas en liza, y pregunta cómo les va, es habitual y normal que alguien denuncie:

-Van ganando estos -señalando a una pareja.

Y uno de los pertenecientes a dicho dúo añade antes de que algún otro se le adelante:

-Es que vamos a raca.

Previene así una posible acusación por el uso de la chanza humorística.

Muchas veces es cierto, y quien se autoacusa dice la más elemental verdad.

Me dicen que “ a raca” significa “a medias”; puede ser.



Un amigo es un amigo,

y seis, media docena.


(Oído en Valladolid)


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PERDONA







-Perdona... ¿Me perdonas un momento?... ¿Me perdonas un momento, por favor?... ¿Me perdonas un momento?...




Es Sabino. Esta frase con formato de rogativa es capaz de repetirla una y otra vez sin cesar hasta que su interlocutor en la anodina conversación iniciada por el propio Sabino calle por puro aburrimiento. Incluso cuando su contrincante le cede la palabra, derrotado más por el desagradable derrotero hacia el cual se dirige el monólogo de Sabino, aún es capaz de repetir como un argumento de irrebatible consistencia:




-¿Me perdonas un momento?




Ahora deja que el silencio se adueñe del espacio existente entre los dos, haciéndose espeso. Es un maestro en crear suspense en la conversación. Mas si uno espera (así lo intenta hacer creer él) que Sabino, o Don Sabino, como a él le gusta ser llamado, realice un despliegue de argumentación reveladora, de ingenio supino y genio probado quedará completamente decepcionado. Dirá una estupidez sin pies ni cabeza, tal, que ni la persona más hábil en el manejo de la oratoria hallará contestación o réplica que devolver por la misma inconsistencia e incongruencia de lo dicho. El pobre oyente maltirizado buscará una excusa y saldrá por pies, rogando a Dios (incluso si no es creyente) para no volver a topárselo en el resto de su vida. Sólo se le puede desear que supere prontamente el traúma mental que se manisfetará en amenazantes pesadillas y venza el temor a conciliar el sueño.




Sí, tan frustrante puede llegar a resultar una conversación..., no: escucha, una escucha prolongada de la charla de Don Sabino (con mayúsculas). Puesto que únicamente hablará el mentado Sabino, pues cuando haya breves períodos durante los cuales el interlocutor (por llamarle de algún modo) hable, Sabino para nada le escuchará; que escuchase tampoco aportaría nada, pues entendería lo mismo.




El quid de la discusión de don Sabino (vaya, le resté categoría sin darme cuenta) estriba en llevar la

contraria al desgraciado sufridor, y si éste cree que estando de acuerdo con las opiniones de Sabino (sean las que fueren, que nunca lo llegará a saber) se librará de la paliza verbal, lo tiene claro: será entonces cuando Sabino basará sus argumentos ápodos y decapitados en la premisa general del oponente. Y todo vuelve a empezar.




Sabino no es la única persona con la capacidad de aburrir mortalmente, de éstos hay muchos y en todas partes, lo que le diferencia a él del resto de pelmazos es u manifiesto analfabetismo, más peligroso cuanto más manifiesto. Este triste personaje, que jamás ha tenido una idea original, se apropia de los argumentos más retorcidos que le llegan a su corta mente, principalmente a través de la televisión. Así, es un ferviente xenófobo (salvo que dialogue con uno que lo sea también), un admirador del nazismo (menos cuando otro también lo es), un chauvinista (excepto si el oponente lo fuera), etc.




El peligro de este hombre es ser un propagador ignorante de bazofia intelectual..., o, quizá, si se piensa en su éxito como orador, sea una suerte.




Recientemente me he enterado de su fallecimiento por sobredosis de droga, dudo que alguien le llore.







Un amigo de amistad

es Manolo Escobar

(Oído en Valladolid)


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EL 90%


El periódico regional El Norte de Castilla, en una de sus ediciones diarias de un año próximo al fin del siglo XX, publicó un extenso artículo en el cual informaba que el índice de analfabetización de la población vallisoletana era cercano (no recuerdo si superior o inferior) al 90%. Yo quedé muy sorprendido por tan crecida e inesperada tasa; sabía que tenía que ser un porcentaje muy elevado, pero éste que ofrecían lo creí, me pareció exagerado. Profundizando en el contenido del artículo se descubría el porqué de tan alta cifra: ya no servía el antiguo rasero con que se medía el nivel cultural en tiempos de la dictadura: si sabías escribir tu nombre (una "equis" servía, y era más que suficiente) eras un tipo letrado. Pero el alcance de dicha encuesta era medir a partir de un término medio previamente acordado, y así es muy posible que el resultado no anduviese nada errado, pues la mayoría de la población pucelana no ha leído un libro en toda su vida, ni siquiera cuando asistían al colegio y entonces algunas lecturas de clásicos eran obligadas y obligatorias.

Tras diez años conociendo a estas gentes, pudiendo contar con los dedos de una mano, incluso aunque me faltase algún dedo, las personas que han leído El Quijote, estoy de acuerdo completamente con esta encuesta de marras. Cervantes murió de hambre en Valladolid, y éste podría ser un dato más que revelador.

Si los lectores habituales de El Norte de Castilla, el más socorrido en la región, se percataron de las connotaciones que se inferían del artículo de marras, no lo dieron a notar en las conversaciones habituales de los bares, lugares profusamente visitados; tal vez porque todos aquellos quienes leyeron el periódico regional podían leer la letra impresa, pero quizás no interpretar su significado. Incluso puede que la mayor parte (lógico a tenor del contenido del artículo) no supiese leer. Sin embargo, y extrañamente, es mucha la demanda diaria en los bares para leer el periódico; muy a menudo hay cola.

-¿Me pasa El Norte cuando termine con él, señor?...

-¡Espere a que acabe, lo estoy leyendo yo!

-Si no le meto prisa.

-Pues eso faltaba, encima.

Suele haber mucha cola como ya dije para leer la prensa regional. Leer el Marca u otro periódico deportivo ya no motiva tanto, no es lo mismo.

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Contaminada el agua, apenas se sustentan
las especies privadas de lunas cristalinas.
¿Qué vientos tu grandeza en mal hora soplaron?...
Centro del Nuevo Mundo, tus amores sembrando,
Matrona generosa: ¿acaso te negaron
los hombres que alumbraste, su origen olvidando?

Sentir en Castilla, Eleuterio Pérez Cornejo "Lucanor"
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EL EURO




La utilización de la nueva moneda le ha proporcionado a aquellos vallisoletanos hijoputas un medio propicio para incordiar al personal. Aquí los hay... igualito que en todas partes... y muchos.




-¿Qué le debo?




-Tanto.




¿Eso son pesetas o euros?




-Pesetas.




-¿Y en euros?




-Tantos.




-A ver...




Cuenta y recuenta y requetecuenta de monedas de céntimos de euro.




-¿Cuánto ha dicho?




-Tanto.




Paciencia.




Vuelta a recontar moneditas.




-Mire a ver si está bien.




Por supuesto que no, casi siempre hay de menos.




-No me engañe, ¿eh?, que pienso echar las cuentas.




Uno siente una gran liberación cuando por fin consigue cobrarle al cliente.




-Así está bien -les dices.




-¿Seguro?...




No les importa mostrar su ignorancia supina con tal de poner en entredicho la honradez de quien cobra.




Siempren ocultan el tipo de moneda con la que van a pagar. Aun cuando tú les digas los dos precios, en pesetas y en euros, ellos preguntarán cuál es uno y cuál es otro; son unos analfabetos incorregibles.




Menos mal que he tenido la satisfación de ver cómo una persona era obligada a apearse del autobús urbano al pretender pagar con una mezcla de las dos monedas, duros y céntimos de euro, instando al autobusero a echar las cuentas para cerciorarse el pasajero de si sobraba o faltaba dinero en el monto del billete. No le valieron coplas al pelmazo al manifestar más tarde, viendo el derrotero al que le llevaba su pesadez, que podía pagar en una sola moneda legal.




Van a ser muy largos los dos primeros meses del año 2002. Muy largos; más que largos, larguísimos. A ver qué pasa.




Es como salir de casa de Herodes

para caer en casa de Pilatos.

(Oído en Valladolid)


(Nota: Como fácilmente puede verse, este texto es bastante antiguo: de hace unos 10 años aproximadamente.)

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MARIANO MEDINA



Es un auténtico plomo, pesado como una vaca en brazos, un verdadero paliza, la persona con la conversación más insustancial y anodina..., y encima, un borracho de tomo y lomo y padre y muy señor mío.




Él afirma ser nacido en Alaejos, algo que niegan rotundamente los vecinos de dicha localidad vallisoletana; gesto que honra a estos últimos. En realidad es de una población menor próxima a Iscar.




Su esposa le abandonó prontamente (no llegaron ni a concebir un solo hijo), con seguridad harta de su verborrea baladí. Poco después se supo que convivía con otro hombre; el hecho de que éste fuera un sordomudo confirma la teoría generalizada de la causa del abandono por muerte de la cónyuge sufrida.




Mariano es portero en un edificio cercano a la estación de autobuses de la capital pucelana. Los inquilinos intentan no precisar de sus servicios. No existen estadísticas de cuántos mudaron de domicilio.




Cada sábado y domingos por la tarde acude al Burguer Perejil y pasa varias horas en la barra del bar asido a una copa de anís, la mano agarrada a la copa pero la lengua suelta. Elije este local porque el propietario es un paisano: o sea, de Alaejos; como los otros, también éste lo niega.




-Muy buenas tardes, hermano.




Usa este término para incluir a las personas como allegadas a él. Si te lo dirige, tiembla: es que va a "hablarte".




Los clientes a quienes a engañado, "entrándoles" de inicio como una persona equilibrada y educada, ahora le temen como a la peste y no dudarían en introducir su cabeza en la taza de un váter con tal de escapar de escuchar sus perolatas.




-Partiendo de esa base no puedo estar de acuerdo, hermano.




Apoya su insulsa conversación en palabras y frases que, por ignota causa, ha elegido como sustento de su charla. Él llega, se acoda y mira de reojo a un lado y otro, hasta que "enfoca" a alguien... como víctima propiciatoria. ¡Pobre de aquél!...




Son muchos los vallisoletanos (al menos uno por cada bar o cafetería de Valladolid) que, como él, buscan ansiosamente la compañía de otros para aburrirles mortalmente con un monólogo banal repetitivamente eterno. El disco no cambia según sea la calidad de la persona interlocutora, es siempre el mismo y aburrido argumento carente de todo interés, sólo la virtud de repulsa es común al oyente, en mayor o menor plazo de tiempo.




-Buenas tardes a todos los presentes, hermanos.




Y rebullen los cuerpos de acobardada inquietud. Quien más quien menos se hace el distraído para que Mariano no le "enfoque". Cuando la presa ha sido elegida (si lo hay presente le tocará a un desconocido), el resto pone pies en polvorosa: no se cuánta será la capacidad de tolerancia del pobre incauto.




-Perdóneme el señor.... El señor me va a perdonar, pero se me da a mí que su cara no me es desconocida del todo... Ahí está, ya decía yo que le conocía...




Mariano continúa acojonando a las gentes a quienes se les dirige de palabra. Y la clientela huye de aquellos locales que él visita.




Nota: No confundir con Mariano Medina, meteorólogo televisivo; éste es otro.




Vallisoletanos: carteristas.

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MONCHINES





Los Monchines son los gitanos más conocidos, más tristemente conocidos de Valladolid; la sola mención de su apodo hace que muchos se pongan a temblar de modo atávico. Se habla de ellos en voz velada y baja, mirando de reojo a todos lados, son poderosas y múltiples sus conexiones, se dice; manejan a policía y políticos locales a su antojo. Un clan gitano terrible este de los Monchines. Se habla de venganzas horrendas y ajustes de cuenta sangrientos; hablar es fácil, probar no.




Sin duda que entre los miembros de dicho clan habrá buenas personas, malas y peores, pero esa puntualización al pucelano de a pie le trae sin cuidado, no establece distinción alguna: usa a los miembros del susodicho clan como punto de mira en donde descargar sus propias frustraciones y fracasos, los "monchines" por fuerz han de ser todos ricos que utilizan vehículos de lujo en sus desplazamientos delictivos, restregando por la cara del fracasado su éxito indebido. ¿De dónde ha salido todo lo que poseen estos señores?... Sin duda, del robo, la droga y el asesinato, supone el ciudadano de a pie.



A pesar de la supuesta inmunidad de este clan ante la ley, muy a menudo su nombre, Monchín, sale encabezando diversas causas judiciales; no será tanta la inmunidad como se dice. Exagerar parece una cualidad dudosa implícita en el carácter del español.




Yo sólo conozco a un miembro de este clan, y por su conducta cotidiana en el trato para conmigo me parece una persona respetable y respetuosa. Se llama Oscar, persona a quien tengo por cliente y amigo.




-Ten mucho cuidado con ése, que es de la familia de Los Monchines, Pepe; mejor harías en no juntarte con él.




Oscar es un obrero de la construcción como otro cualquiera; si acaso se dedicó o dedica a negocios sucios, como venta de droga u otro tipo de tráfico ilícito, no me importa: no se puede acusar a nadie sin demostrar que la acusación es cierta.




-Es una maldición para mí haber nacido en el clan de Los Monchines. Aunque tú quieras vivir fuera de los negocios de la familia, la gente te mira como a un delincuente y te tiene miedo como si yo fuera un ogro; y como además uno tiene la desgracia de ser gitano, pues... el cuadro no puede pintar peor.




Es desprecio de quienes conocen a Oscar por su relación con el clan de Los Monchines podría conducirle de vuelta al seno de dicho clan como miembro activo, suele ser el resultado de los infundios de las malas lenguas que miden a todo el mundo con el mismo rasero.




-Es mi familia, eso no puedo cambiarlo




No me atrevo a preguntarle qué significado tiene el apelativo de Monchín.




-Tengo muy pocos amigos a causa de mi familia, y ¡menos mal que he conseguido echarme novia!, que no todas te miran con buenos ojos cuando saben quién eres.




Los miembros del clan de Los Monchines siempren andan a vueltas con la ley pero parece que suelen salir libres de todos los juicios; malas lenguas afirman que tienen en su nómina a la justicia local. Puede que así sea, es muy posible. Culpa entonces de los miembros corruptos al servicio de la supuesta ley y el orden será si estas personas siguen impunemente con sus actividades delictivas.




-Me voy, Pepe, que por ahí llega mi novia. Nos vemos.




-Hasta luego, Oscar.




Y se me ocurre un refrán para terminar con esta breve descripción sobre este clan gitano, cima al parecer de la mafia pucelana:




La justicia a Los Monchines

les toca los cataplines.




Como podrán ver, yo apenas sé nada sobre esta particular familia, y es porque no me gusta inmiscuirme en asuntos ajenos.



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Continuará...