EL ASIENTO
Fue en un autobús urbano de los que recorren a diario las calles de la capital de la comunidad autónoma de Castilla y León. Un bus abarrotado hasta los topes. Varias personas de avanzada edad van de pie al no disponer de un asiento libre. Asido a la barra metálica pendiente del techo, trato de ocupar el menor espacio posible, en un intento imposible por ampliar la capacidad de aforo. Cerca de mí queda expedito un asiento: su ocupante se apeará en la próxima parada. Miro a mi alrededor.
-Señora... por favor- invito a sentarse a una anciana acompasando la acción con un gesto de la mano.
La mujer no logra acceder a depositar sus posaderas, un hombre joven se adelanta con rapidez a mi espalda y lo ocupa con glotonería y desparpajo.
-Oiga, ese asiento debe ocuparlo una persona con dificultades para mentener el equilibrio; y ése no es su caso.
-Eso a mí me la suda. A ver quién es el guapo que me echa del asiento -responde el pollo con altanería de chuleta.
Muevo los brazos para asirle por la pechera y alzarle a la fuerza, pero la mujer me toca blandamente por atrás con tal convicción que me detiene.
-Déjelo, no vale la pena.
Tiene razón. Desisto.
-Es usted una escoria.
No le importan al hombre joven los insultos que le dirigen otros viajeros, tiene aquello que deseaba.
Y tiene una mala educación... de la que hace una gala aberrante. Un hijo de puta como tantos que pululan, demasiados, por esta ciudad.
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Obra de José Ruiz DelAmor
De "Crónica Negra de Pucela"
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