sábado, 2 de julio de 2011

LAS CUCARACHAS


LAS CUCARACHAS

Era de noche. Noche avanzada. Caminaba por la acera de la izquierda yendo hacia las Delicias, por la avenida Segovia. Llegando casi a la plaza del Carmen, justo antes de alcanzar al BBVA de la esquina, mis zapatos pisan algo que suena como a cáscaras de guisantes secas. Olvidaba mencionar que estábamos en pleno mes de agosto y hacía un calor infernal, incluso siendo de noche. Miré hacia el suelo y lo vi cubierto de bulliciosos puntos negros. Se movían erráticamente, posiblemente asustados por mi intromisión. Eran cucarachas de buen tamaño. Yo nunca había visto tantas en tan escasa porción de terreno. Tuve un pasajero ataque de fobia, que pronto fue superado, afortunadamente. Salían de lo que parecía un almacén o garaje, desfilando por debajo de la puerta de persiana en una cadencia incesante. Me alejé de allí con la naúsea golpeando en mi abdomen.

Yo ya sabía que aquéllas no eran las más repugnantes cucarachas que uno podía encontrarse en Valladolid.



El cerezo odiaba cuatro cosas de la casa (...), y sobre todo un calendario de cartón repujado, festoneado con una nube de color rosa-Valladolid y con un dibujo de cisnes y jardines en el centro, como el último (...)

Industrias y Andanzas de Alfanhuí, Rafael Sánchez Ferlosio. Capítulo XI: Donde el maestro cuenta la historia de la silla del cerezo y de la primera industria que con el castaño se hizo.

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